ORÍGENES DE LAS PELIS DE TARDE: BETTE & JOAN

La peli de tarde no es un género cinematográfico que haya surgido de la nada, sino que es fruto de la evolución (o involución) de una serie de elementos característicos que muchos otros antes desarrollaron y perfeccionaron hasta elevarlos a la categoría de obra maestra. Un ejemplo de antecedente magistral lo encontramos en ¿Qué fue de Baby Jane? (1962), el clásico de Robert Aldrich en el que una antigua actriz de éxito postrada en una silla de ruedas es atormentada por su celosa hermana, que le hace la vida imposible. Además del típico enfrentamiento fratricida y un plot twist impactante, ingredientes habituales del cine de sobremesa, el film de Aldrich cuenta con un elemento pelitardiense real que supera a cualquier otro de ficción: la rivalidad entre sus dos protagonistas, Bette Davis y Joan Crawford.

Estas diosas de la interpretación, con un pasado glorioso lleno de premios y reconocimientos, llegaron a los sesenta con el cartel de actrices en decadencia que Hollywood cuelga a todas aquellas mujeres que pasan de 35 años. Sus exitosas carreras, muy similares, y el fuerte carácter de ambas las habían convertido en las intérpretes más deseadas y al mismo tiempo más temidas. Joan admiraba a Bette por su gran talento, tanto que, según dicen, estuvo enamorada de ella, pero Bette la despreciaba, llegando a comentar que Joan se había acostado con todos los actores de la Metro a excepción de la perra Lassie. Durante el rodaje de ¿Qué fue de Baby Jane? sus rencillas fueron a más. No dejaron de hacerse putadas entre ellas convirtiendo el set en un infierno, algo que, por contra, favoreció al film, que resultó un éxito gracias al odio que de sus dos protagonistas se desprende a lo largo del metraje.

Robert Aldrich intentó juntar a las divas una vez más para la película Canción de cuna para un cadáver (1964), que trata de una tormentosa relación entre dos primas, pero el nivel de aversión mutua era tal, que finalmente sólo Bette protagonizó la película acompañada por Olivia de Havilland, con la que tenía una buena relación.

Además de estos dos títulos, durante los años 60 Davis y Crawford nos regalaron varios otros, de humilde presupuesto, llenos de intriga, terror, psicopatía, plot twists demenciales y otros muchos elementos pelitardienses que ayudaron a sentar las bases del género. Aquí os recomendaré cuatro de ellos, dos por actriz.

BETTE DAVIS:

“Actriz con 30 años de experiencia en el cine busca empleo. Madre de tres hijos. Divorciada. Americana. Capaz aún de moverse y más afable de lo que dicen los rumores. Deseo empleo estable en Hollywood «. Ese es el anuncio que Davis publicó en una revista poco después de rodar Baby Jane. En esa misma década, protagonizaría títulos como:

                – SU PROPIA VÍCTIMA (Paul Henreid, 1964): Sin duda, este influyente film ha servido de inspiración a muchas de las pelis de tarde del subgéreno «gemelas enfrentadas». En él, Bette Davis, en un papel doble, encarna a dos hermanas con suertes dispares en la vida. Mientras una de ellas es viuda de un hombre rico y goza de todas las comodidades posibles, la otra regenta un bar de mala muerte lleno de deudas. Tras varios años sin verse, se encuentran de nuevo en un funeral, y los conflictos no tardan en aparecer. El metraje está plagado de asesinatos, intercambios de identidades y otras cosas chungas.

                – A MERCED DEL ODIO (Seth Holt, 1965): Es necesario destacar que el título original de esta obra es The Nanny, lo que encenderá todas las alarmas de los aficionados al subgénero «niñeras majaretas». En efecto, un año después de Su propia víctima, Davis se mete en la piel de otro personaje arquetípico de las sobremesas, una niñera siniestra que cuida de un cínico niño recién salido de un psiquiátrico. Se trata de una producción británica de Hammer Productions, con quienes volvería a trabajar tres años después en El aniversario, una comedia negra en la que, parche en ojo, interpreta a una madre posesiva que tiene subyugados a sus hijos.

JOAN CRAWFORD:

Con su imponente físico y su actitud intimidatoria, daba la sensación de ser de hierro. Sin embargo, su vida personal era un infierno. Tenía serios problemas con el alcohol y sus hijos la acusaron de ser una mala madre que los sometía a maltratos. Murió de cáncer de páncreas en 1977. Antes, nos regaló varios títulos muy influyentes, que sin duda marcaron la forma de hacer pelis de tarde.

                – LOS GUARDIANES (Hall Bartlett, 1963): Crawford interpreta aquí a la enfermera jefe de un centro psiquiátrico que ve cómo un joven doctor con ideas innovadoras amenaza su control sobre las pacientes, a las que somete a cuestionables tratamientos a base de castigos y mano dura.

                – EL CASO DE LUCY HARBIN (William Castle, 1963): En esta delirante cinta, Joan Crawford ofrece un repertorio de perturbadoras muecas solo al alcance de Jim Carrey. Hacha en mano, interpreta a una mujer que decapita a su marido por serle infiel. Tras años encerrada en un psiquiátrico, se reúne de nuevo con su hija, que vive en una granja con sus tíos, pero las viejas paranoias no tardan en florecer. La actriz repetiría con William Castle un año después en la interesante pero no tan inspirada Jugando con la muerte.

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