LEONOR

Hasta ahora, el subgénero «documental» dentro de las pelis de tarde estaba copado casi en exclusiva por reportajes animalísticos que analizaban detalladamente el comportamiento de seres salvajes en libertad. Pero la prestigiosa productora cinematográfica ¡Hola! ha querido dar un golpe sobre la mesa y acabar con este monopolio, ofreciendo a los consumidores de sobremesa, ávidos de siesta, un producto más efectivo que la Dormidina: Leonor.

El documental tiene por subtítulo El futuro de la monarquía renovada, pero las palabras «futuro» y «renovada» que figuran en el rótulo inicial son lo único fresco y actual que uno se puede encontrar a lo largo de sus 65 minutos de duración, en los que numerosos periodistas, con una media de edad de unos 500 años, alaban y examinan a una niña pequeña bajo un formato de reportaje que le parecería caduco hasta al director del NO-DO.

Además de la cuestión generacional, los intervinientes tienen en común su virtuosismo en el arte del análisis, solo comparable al de unos abuelos viendo los vídeos de la Comunión de sus nietos. María Eugenia Yagüe, Nieves Herrero, Carlos Pérez, Mabel Galaz, Sandra Aladro y otras figuras renovadoras del panorama periodístico actual nos regalan sus precisas y mordaces observaciones sobre la figura de la heredera al trono español: «Es una princesa de cuento porque es una niña angelical, rubia y de ojos azules», «Es muy responsable y muy trabajadora», «Es prudente, con un aire de timidez que le da esa dulzura que transmite», «Adora a sus padres»… Los elogios se suceden uno tras otro hasta el punto de no saber si estás viendo un documental o una reunión del AMPA en el que todos los presentes son padres y madres de la misma alumna.

María Eugenia Yagüe comentando cosas de una niña.

Pero quizás la valoración más acertada es la de Luís María Anson, muy preocupado por la igualdad de género desde que fuera presidente del concurso Miss España, que señala que el hecho de tener una mujer como Jefe de Estado sería un ejemplo para el resto de países. También cabe destacar la intervención de otro tipo que hace un análisis grafológico de la firma de la pre-adolescente, llegando a la conclusión de que es una niña muy reservada y detallista.

La firma de Leonor, que nos dice mucho de ella.

La orgía de elogios, que solo se ve interrumpida por alguna breve alusión a la «ausencia» de su abuelo o a la insuficiente (para ellos, insaciables) exposición pública de Leonor, sigue in crescendo hasta que llega un momento en el que se hace inevitable el paralelismo entre sus efusivos testimonios y un baile-ritual de apareamiento animal de esos tantas veces reflejados en los tradicionales documentales de tarde, y claro, así la modorra se va apoderando poco a poco del espectador.

Pero, cuando por fin el sueño hace acto de presencia, la aparición de Ana Rosa Quintana en forma de hechicera de la Corte, una suerte de colérica Morgana augurando que el Gobierno actual acabará con la monarquía, hace que el relajado docuvidente sufra un sobresalto que anula cualquier posibilidad de siesta. Menos mal que los bomberos regresan con sus refrescantes halagos para apagar el fuego prendido por Casandra, y nos recuerdan que el virtuosismo de Leonor es difícilmente reductible.

Ana Rosa, enfadada.

Sandra Aladro llega a decir, en relación a su primer discurso como Princesa de Asturias en los premios homónimos, que este fue tan perfecto que ningún niño de su edad podría haberlo hecho igual. ¡Ninguno! Ahí es cuando uno se vuelve a dormir, tranquilo por no tener que votar para escoger a un Jefe de Estado, porque Sandra Aladro y sus compañeros/as ya han sentenciado que Leonor es la mejor, ahorrándonos el esfuerzo.

Puntuación: 1/5 bostezos.

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