INTERCAMBIO MORTAL

Las pelis de sobremesa están pensadas para que los espectadores puedan dormir unas placenteras siestas con ellas de fondo, sin que nada perturbe sus sueños vespertinos. Pero, a diferencia del sosegado subgénero «alemanes de vacaciones», el subgénero «psicópatas» puede presentar problemas en este aspecto, ya que siempre lleva aparejado un elemento de intriga que dificulta que el televidente logre el objetivo principal: dormir.

Por ello, el guión de estos films se simplifica tanto que el espectador puede adivinar quién es el/la malo/a en cuestión de minutos (a veces de segundos). Así, suprimido este obstáculo, nada impide que aquel pueda caer en los brazos de Morfeo y despertarse a tiempo para ver los últimos instantes, cuando el/la psicópata amenaza con un cuchillo a alguien, y comprobar que su intuición no le había fallado.

Es más, hay algunas películas que, como en el caso de la que nos ocupa, arrancan directamente con el/la antagonista asesinando a alguien, para que no haya dudas, en plan: «Este es el malo. Ya puedes ponerte a dormir».

En Intercambio Mortal (film de 2017, no confundir con el Intercambio Mortal de 2018, ni con Intercambio accidentado (2016) y mucho menos con Intercambio fatal (2016)), Rose, una británica de 18 años, mata al ex de su madre en el primer minuto de película, a quien acusa de haber asesinado a su progenitora años atrás. Justo antes de cometer el crimen, le dice al hombre que se va a ir de intercambio a Estados Unidos, con otra identidad, para desaparecer. Una información superflua para él, que va a morir, pero que a nosotros nos sirve para entender el ya de por sí explícito título. Una asesina se va de intercambio, por tanto, INTERCAMBIO MORTAL.

Rose/Chloe dejando claro que está mal de la azotea desde el primer minuto de metraje.

La ingenua familia americana, formada por una madre, Samantha, y por una hija, Blake, recibe a Rose (que cambia su nombre por Chloe) entusiasmada. Ambas se comportan de un modo un tanto naif, como todas las familias buenas de las pelis de tarde, y ello se ve reflejado en el lamentable cartel de bienvenida que le preparan a la psicópata de intercambio.

Con ese cartel no aprueban pintura en primero de primaria.

Chloe, como buena británica que va de vacaciones a otro país, empieza a alborotar el gallinero desde que aterriza. Primero le sugiere a Blake que vista un ceñido vestido negro, lo que provoca la admiración de sus compañeros de instituto, pero la contrariedad de su novio, Jack, que a las primeras de cambio le dice: «Desde que llegó Chloe, has cambiado». Tranquilízate, chico, que solo es un vestido. No pagues con ella tus inseguridades.

El vestido de la discordia. Jack, de fondo, sintiéndose poca cosa.

Para empeorar la situación, la británica monta una fiesta de piscina e invita a todos los populares del instituto. Jack también asiste y comete el error de confesar a la psicópata que no sabe nadar. ¿Y qué hace Chloe? Pues lo lógico: lo empuja al agua. Y suerte tuvo Jack de que no hubiese un balcón en la casa que diese a la piscina. Aunque en la caída el chico lo dramatiza todo un poco, porque la piscina no cubre y él simula ser el Jack de Titanic cuando se suelta de la tabla.

Jack, deja de intentar dar pena, que sabemos que haces pie.

Os estoy contando todo esto, y será el único spoiler que haga, porque el chaval comete un segundo error digno de comentar, de Primero de Sobremesa, que es el de investigar el pasado de Chloe y descubrir que ella no es quién dice ser. DEP Jack.

A partir de entonces, la desbocada británica comienza a infringir el código penal de forma continua, como si estuviese en Magaluf pero asesinando, con la excusa de que quiere que Samantha ocupe el lugar de su fallecida madre. Su trauma es entendible, pero tampoco tanto. No era necesario cargarse a todo dios.

Por cierto, que el que hace de novio de Samantha, con un papel casi irrelevante, es el fascinantemente inexpresivo Jason-Shane Scott, que pone la misma cara que en las otras 200 mil pelis de sobremesa que protagoniza.

Jason-Shane Scott con la única expresión de su repertorio.

Puntuación: 3’5/5 bostezos

Deja una respuesta