ENTREVISTA A UN AGENTE INMOBILIARIO ESPECIALIZADO EN CASAS ENCANTADAS
La historia del cine está plagada de casas encantadas: inmuebles construidos sobre algún antiguo cementerio, mansiones en las que ocurrieron macabros asesinatos, moradas donde los espíritus de sus fallecidos dueños deambulan por los pasillos… Los nuevos inquilinos de estas viviendas, normalmente familias de clase media con hijos pequeños, sufren la ira de esas presencias fantasmales que siempre están de mal rollo, nunca muestran ni un ápice de hospitalidad.
El protagonismo en estos films se centra en esas desdichadas familias recién mudadas, con las que uno empatiza inmediatamente, y en los malignos espectros que les hacen la vida imposible. Pero pocos se acuerdan de los pobres agentes inmobiliarios que gestionan esas construcciones infernales.
El trabajo de aquellos que deben tratar de vender o alquilar viviendas malditas, lidiando día a día con los peligros paranormales que ello conlleva, está muy poco reconocido. Por eso, en Peli de Tarde hemos querido poner remedio a tan injusto ostracismo dándole voz a un agente inmobiliario especializado en casas encantadas, al que llamaremos Mr. Sexy 69 (un seudónimo un tanto ridículo, pero escogido por el propio entrevistado), ya que prefiere mantenerse en el anonimato ante posibles represalias de los fantasmas a los que se debe enfrentar en su jornada laboral.
– Mr. Sexy, ¿cómo llega uno a ser un agente mobiliario especializado en casas encantadas?
Lo cierto es que no se trata del típico oficio con el que uno sueña cuando es pequeño. Yo siempre quise ser decorador de interiores, pero la vida es dura y hay que aceptar las cosas como vienen.
De joven me mudé, por amor, a una zona de Estados Unidos con un índice de criminalidad muy alto y con multitud de antiguos cementerios indios soterrados, que se descubrían cada vez que algún constructor comenzaban las obras de una casa nueva. Cuando llegué a al lugar tenía la intención de buscar algo como decorador, ya que había hecho un ciclo superior de decoración, pero de repente llegaron los hijos, el perro, luego el divorcio… y para pagar las facturas tuve que aceptar el trabajo de agente inmobiliario de casas encantadas, el oficio más habitual en esa ciudad con tantos asesinatos y cementerios.
– ¿Qué es lo que más le gusta y lo que más detesta de su oficio?
Me llena de satisfacción conseguir que un cliente se quede contento con una operación inmobiliaria gestionada por mí. La persona que, tras unos meses viviendo en su casa, me dice: «he logrado expulsar al fantasma» o «pues al final hemos conseguido llevarnos bien con el espíritu». Pero esos son los menos.
Precisamente, lo que más detesto es al típico cliente que a los pocos días te viene protestando porque su fantasma chilla mucho, porque su hijo no puede dormir porque hay alguien bajo su cama, porque el perro le ha aparecido muerto en misteriosas circunstancias, porque en el sótano hay una muñeca siniestra que, aunque la tire a la basura, vuelve a aparecer en el mismo sitio… ¿Qué coño esperaba? ¡Somos una agencia inmobiliaria especializada en casas encantadas!
– ¿Cómo es el trato con los espíritus, fantasmas y demás presencias espectrales que habitan en las casas que usted gestiona?
Por lo general, bastante malo. Cuando nos llega a la oficina una casa nueva a la que tenemos que dar salida, ya sabemos que vamos a tener movida. De entrada, nos encargamos de visitar la vivienda y tasarla, y en ese proceso te puedes encontrar de todo. Es un momento crítico, ya que los fantasmas suelen estar exultantes porque acaban de conseguir expulsar a los anteriores inquilinos, o algo agresivos, porque se murieron recientemente y aún no dominan su nueva condición espectral. Por suerte, la cosa no suele pasar de una lámpara que se cae sin motivo aparente, algún que otro portazo que te asusta un poco, un jarrón que sale volando de repente contra ti, o incluso algún cuchillo que de golpe se clava al lado de tu pie y no sabes cómo. Simples técnicas intimidatorias. Pero cuando el espíritu es de estos amargados de verdad, la cosa se puede poner muy fea.
Para estos casos difíciles, tenemos en la agencia a una médium, una señora que pone los ojos en blanco y se comunica con los espíritus y los entretiene mientras nosotros tasamos la casa. Pero el proceso es tedioso. Las luces parpadean frenéticamente, los objetos vuelan como si se estuviera produciendo un terremoto, a veces sentimos como si unas invisibles manos congeladas nos estuviesen apretando la garganta… Así tasar las casas es muy difícil.
Cuando vienen los clientes a visitar el inmueble es diferente. Ahí los espectros reconocen a la presa y se portan bien los muy cabrones, porque saben que si una familia compra o alquila la casa, luego van a tener varios meses de diversión atormentándolos.
– ¿Logra usted desconectar del trabajo cuando llega a casa?
Lo intento, pero es difícil. Cuando oyes algún ruido proveniente de otra habitación o un cubierto se te cae sin querer, en seguida piensas que tu vivienda también está poseída.
Luego está el problema de los espíritus-lapa. Son muy poco frecuentes, pero son los peores. Llamamos así a aquellos que, tras visitar una casa maldita, se te pegan al cuerpo y te acompañan allá donde vas, amargándote la existencia, pudriéndote todas las flores, matando a tu mascota, convirtiendo el agua del grifo en sangre… En esos casos recurrimos a la médium, pero las sesiones de espiritismo pueden extenderse semanas y son muy cansadas. ¡Incluso hay veces que adelgazo varios quilos! Lo único bueno es que en esas ocasiones me ahorro el gimnasio (risas).
– ¿Y su familia cómo lo lleva?
Mi mujer se largó con mis dos hijos a otro Estado, a vivir con sus padres, hace ya más de dos años. Al principio lo llevé fatal, pero ahora casi lo agradezco. No deseo que mis pequeños se vean involucrados en algo tan peligroso.
No he conseguido rehacer mi vida. En las aplicaciones de citas indico, en mi descripción, que soy agente inmobiliario especializado en casas encantadas. Quizás sea un error, pero prefiero ir de frente. Lo malo es que quienes contactan conmigo suelen ser médiums o mujeres de origen indio que solo se mueven por el interés, porque saben que trato mucho el tema de las casas sobre cementerios indios, y me utilizan para comunicarse con sus antepasados.
Como veis, no es una vida feliz, pero es la que me tocó vivir.