DOSIER DEL SUBGÉNERO «COSAS CHUNGAS A LOS 17»

El concepto de cine de sobremesa comprende infinidad de subgéneros, muy diversos y diferentes entre ellos, pero todos con un mismo objetivo: amenizar nuestras siestas de fin de semana. Dentro de esta multiplicidad de categorías, puede que las que gocen de más aceptación entre el gran público sean las de «niñeras psicópatas», «alemanes de vacaciones», «monstruos gigantes enfrentados» o «vecinos acosadores». Pero hay muchas más, no tan reconocidas, aunque igual de fascinantes y soporíferas. Precisamente, en este artículo nos centraremos en uno de esos subgéneros con menor notoriedad dentro del mundo cinematográfico vespertino, pero, no obstante, clave en el desarrollo del mismo. Este no es otro que el de «cosas chungas a los 17».

Cartel de Perdida a los 17.

La postadolescencia es una etapa difícil en la vida de cualquier persona. Una época en la que uno ya no es un niño, por lo que ya no goza de la ausencia de obligaciones propia de la infancia, pero tampoco es un adulto, por lo que aún no puede disfrutar, al menos legal y abiertamente, de las ventajas y vicios que la mayoría de edad ofrece: la eterna lucha entre el «ya no eres un niño, tienes que hacer esto» y el «aún no eres mayor, no puedes hacer esto otro». A ello hay que sumarle el acné, los primeros desamores, las inseguridades, la carga de estudio… Pues, por si fuera poco, en el subgénero estadounidense «cosas chungas a los 17» se atribuye a esa edad una serie de espantosas desgracias extra que llevan el sufrimiento adolescente a un nivel superior.

Para explicar el tormento al que se ven sometidas las jóvenes (cómo no, siempre mujeres) de 17 años en esta categoría de películas, comenzaremos por mencionar a los dos principales directores del subgénero y sus obras clave:

DOUG CAMPBELL

Una auténtica estrella del cine-siesta, este realizador típicamente pelitardiense es responsable de algunos de los títulos más emblemáticos de la sobremesa, como Suplantación de identidad, Allanamiento de morada o Protección obsesiva, además de la trilogía Diagnóstico obsesión, protagonizada por Eric Roberts. Pero, dentro de todas esas desgracias que de los mencionados títulos se infieren, su verdadera pasión es el sufrimiento adolescente, sobre todo el de chicas de 17 años. Así lo demuestra en cuatro de los films que ha dedicado a ello:

Acusada a los 17 (2009): Bianca, de 17 años (evidentemente), no puede asistir a una fiesta que celebra su novio porque tiene otro compromiso: la nueva pareja de su madre insiste en estrechar lazos con ella y organiza una cena familiar para esa misma noche.

Aprovechando la ausencia de Bianca, su novio se lía con otra. Con Dory, para ser exactos. Las amigas de Bianca, que lo vieron todo, se chivan y deciden darle una lección a la tal Dory (en vez de al novio infiel). La llevan engañada a una zona montañosa alejada de la civilización y la abandonan allí a su suerte. El problema es que una de las compañeras de Bianca, Fallyn, tiene un pronto muy violento y, con la excitación del momento, la broma se le va de las manos… y las consecuencias son terribles. Su maldad va más allá: acusará de todo lo ocurrido a la pobre Bianca (DE AHÍ EL TÍTULO), que se verá metida en un buen lío.

Puntuación: 2/5 bostezos

Dory (en el suelo) recibiendo un correctivo desproporcionado.

Traición a los 17 (2011): Lexi, de 17 años (evidentemente), es una chica del montón que sueña con ser popular. Un día, el quarterback del equipo de fútbol americano de su instituto se fija en ella y la invita a tomar algo. Lexi acepta ilusionada, pero lo que no sabe es que el muy miserable había apostado 50 dólares con un amigo a que conseguiría enrollarse con ella. Y, efectivamente, se enrollan, y él lo graba todo como prueba de que lo consiguió.

Ese vídeo, de alto contenido sexual, es difundido por la celosa ex del quarterback, que está loquísima. Todo el instituto lo ve y la pobre Lexi se siente humillada y traicionada (DE AHÍ EL TÍTULO). Pero aún le espera una desgracia mayor…

Puntuación: 2,5/5 bostezos

Embarazada a los 17 (2012): Este es quizás el mejor y más delirante film dentro de la «tetralogía de los 17» de Doug Campbell. En él, Ángela, de 17 años (evidentemente), visita junto a su madre las instalaciones de la universidad a la que pretende acudir cuando se gradúe. En una terraza hay un estudiante de último curso gritando nombres de mujeres al azar, a ver si alguna le hace caso. Sorprendentemente, esta técnica de ligue tan lamentable llama la atención de Ángela. «No me puedo creer que haya funcionado», debió pensar el universitario, de nombre Chad, cuando la adolescente aceptó asistir a una fiesta que él organizaba.

En el evento, típico estadounidense, con vasos rojos, música punk pero no mucho y beer-pong, Chad y Ángela se acuestan y se queda embarazada (DE AHÍ EL TÍTULO).

Ella se agobia mucho cuando el predictor arroja un resultado positivo. Por contra, Chad se entusiasma con la idea de formar una familia, lo que tranquiliza a la joven. Pero, como no podía ser de otra forma en una peli de tarde, él comienza a comportarse de forma extraña y muy agresiva. Por ejemplo, van a un restaurante indio y le monta un pollo al camarero porque la carne está poco hecha y puede afectar al feto. El trabajador indio, muy cortés, haciendo alarde de la sabiduría proverbial propia de su pueblo, le dice a Ángela: «La forma en la que él trata a la gente… Un día te tratará a ti también». Ella, que tiene 17 pero no es tonta, empieza a ver que algo no va bien ahí. Pero lo peor está por llegar.

Puntuación: 3/5 bostezos

Chad y su habitual delicadeza. El indio tenía razón.

Desaparecida a los 17 (2013): Candance, de 17 años (evidentemente), se pilla un rebote importante con su profesora de biología cuando esta explica que, genéticamente, es imposible que un padre y una madre de ojos azules tengan un hijo de ojos marrones. ¿Cómo es posible que esa ley natural sea infalible si sus progenitores son de ojos claros y ella de ojos oscuros? ¿Sería adoptada, como sugiere en voz alta el graciosillo de su clase? Pues va a ser que sí. A raíz de la lección de biología, la madre de Candance se ve obligada a confesar a su hija adoptiva la verdad, y ella se enfada mucho y se escapa de casa.

La madre denuncia la desaparición de su hija (DE AHÍ EL TÍTULO), y yo no puedo evitar fijarme en que los ojos de la mujer parecen marrones y que, de ser así, el conflicto al que se está enfrentando no se hubiese producido nunca. Mientras, Candance conoce a un atractivo adulto que le invita a vodka y que le dice que también es adoptado (qué casualidad). Se enamoran al instante y comienzan una relación, pero él está metido en negocios turbios en los que la adolescente se verá implicada…

Puntuación: 2/5 bostezos

Explicación de la profesora de biología / Ojos marrones de la madre que destruyen la premisa del film.

CURTIS CRAWFORD

Otro peso pesado de las sobremesas, el director estadounidense está especializado en dramas familiares escabrosos, principalmente en aquellos en los que una madre oculta algo. Así lo acreditan títulos como El secreto de mi familia, El secreto de mi madre, Los secretos de mi madre o El oscuro secreto de mi madre (My Mom’s Darkest Secrets). Pero, a pesar de tener una filmografía con identidad propia, en el año 2016 Crawford sitió envidia de la tetralogía de los 17 de Doug Campbell, y también quiso crear su propio mundo de adolescentes atormentadas. Dos son los títulos destacados:

Pregnant at 17 (2016): Este film, cuya traducción literal es «embarazada a los 17» pero que en español se tradujo como Unidas por una traición, hace referencia directa a la película de Doug Campbell. En unas declaraciones a la revista «Siestas de sobremesa», Crawford insistió en que no había querido copiar a Campbell en ningún momento, que era una película diferente. Sin embargo, la madre de Campbell aseguró en la revista «Cine-Siesta» que Crawford era un copión y que su hijo era mejor director y más guapo.

En el film, Chelsea, una joven de 17 años, humilde y trabajadora, de familia desestructurada, tiene un amante bien mayor. Este, que se llama Jeff y es un empresario de fortuna, le asegura que pronto se divorciará de su mujer y podrán estar juntos sin tener que ocultarse. Un día, ella descubre que está embarazada y se lo cuenta al futuro padre. Jeff se vuelve loco y se desentiende del asunto. Sin embargo, su mujer, la traicionada, se entera de todo y, en vez de enfadarse, empatiza con Chelsea, creando un triángulo amoroso muy bizarro.

A su vez, Chelsea presencia un robo y denuncia al ladrón. El tipo sale de la cárcel y pretende vengarse. Situación nada conveniente para una adolescente embarazada.

Puntuación: 1’5/5 bostezos

Murdered at 17 (2018): Jake es un rico empresario postadolescente que hizo fortuna gracias a una app de móvil. Al inicio del film, su madre, desesperada, le pide una ayuda para sufragar los gastos del tratamiento de cáncer de su padre. Él, de forma cruel, disfrutando del sufrimiento de su progenitora, le niega el préstamo.

Brooke, de 17 años, sufre un «trastorno explosivo intermitente»  que hace que tenga ataques de ira. En medio de una discoteca, una amiga la acusa de intentar ligar con su ex, y ella se pone muy agresiva (por el trastorno y porque es un poco malota también).

Tras la pelea, Jake, que está en esa misma discoteca, invita a Brooke a una copa. La conexión entre ellos es inmediata, supongo que porque los dos son un par de buenos desquiciados. Pero él está más perturbado y se obsesiona con ella rollo sacarle fotos mientras duerme, ponerse celoso por cualquier cosa y cometer varias locuras propias de un psicópata de sobremesa.

Brooke, a pesar de su trastorno explosivo intermitente, se da cuenta de que Jake es un desequilibrado en la tercera cita. Aún así, le da una segunda oportunidad, a ver si mejora, porque si no se terminaría la peli. Pero seguir con él se convierte en la peor decisión de su vida…

Puntuación: 2’5/5 bostezos

Brooke en pleno trastorno explosivo intermitente.

OTROS FILMS DESTACADOS: Además de Campbell y Crawford, otros tediosos realizadores han querido enriquecer el subgénero de «cosas chungas a los 17» con títulos tan salientables como Morir a los 17 (Douglas Jackson, 2008), Fugitiva a los 17 (Jim Donovan, 2012), Guilty at 17 (Falsa acusación) (Anthony Lefresne, 2014) o, especialmente, Zombie at 17 (Alexandre Carrière, 2018), en la que una adolescente busca desesperadamente un remedio para su enfermedad: se está convirtiendo en una zombi por la mordedura de un gato.

La chica zombi, con muy mal aspecto (bueno, teniendo en cuenta que es una zombi, tampoco luce tan mal).

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