PELI DE TARDE EN EL AWFF – TOP5 WESTERNS
El desierto de Tabernas, lugar de culto para cinéfilos, escenario legendario de obras maestras como El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966), Lawrence de Arabia (David Lean, 1962) o Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera (Álvaro Sáenz de Heredia, 1996), acogerá a partir del próximo 11 de octubre una nueva edición del Almería Western Film Festival (AWFF), un evento único que durante cuatro días ofrece a sus asistentes sumergirse en el fascinante universo cinematográfico del lejano oeste.
La dirección del AWFF, en una inteligente maniobra tendente a agrandar el prestigio del festival, ha propuesto a Peli de Tarde formar parte del jurado de la sección oficial de cortometrajes, algo que hemos aceptado con gusto, porque, ¿qué hay más pelitardiense que dormir una siesta con una peli de vaqueros de fondo?
Con tal motivo, y para que conozcáis nuestros referentes dentro del género -que sin duda nos influirán a la hora de votar por un cortometraje ganador-, a continuación os detallamos el TOP 5 de wésterns favoritos de Peli de Tarde:
1.- AQUÍ LLEGA CONDEMOR, EL PECADOR DE LA PRADERA (Álvaro Sáenz de Heredia, 1996)
Condemor es uno de los mejores y más infravalorados wésterns de la historia del cine. Rodada precisamente en el desierto de Tabernas, quizás su apariencia de comedia delirante, un guión carente de sentido y actuaciones de acusado histrionismo amateur, le hayan pasado factura. Muchos no han logrado ver que detrás de ese telón de inmundicia se vislumbra una dirección sólida que por momentos evoca la maestría del mejor Ford, la elegancia de Hawks, la grandeza de Vidor, la honestidad de Fuller, la virulencia de Peckinpah o la tensa suciedad de Leone.
La cinta está protagonizada por un Chiquito de la Calzada en estado de gracia, quien interpreta a un conde francés perdido en el desierto que, por designios del destino, termina convertido en sheriff de un pueblo conflictivo, debiendo hacer frente al temible bandolero conocido como El Tuerto y a un grupo de indios salvajes que, en palabras del propio Chiquito: «No sé de qué marca son, pero son bravidos!».
Además de ofrecernos un despliegue humorístico sin igual, de la Calzada (que en ningún momento insistió en hacer él mismo las escenas de acción) no desmerece a grandes actores del género como John Wayne, Clint Eastwood o Gary Cooper, a los que iguala en carisma y audacia. Bien arropado por secundarios de lujo como un Bigote Arrocet pre-María Teresa Campos o el exconcursante de Operación Triunfo Naím Thomas, Condemor se enfrenta a diversas tribulaciones a las que siempre hace frente con relativa valentía, al grito de: ¡Al ataqueeerrrrr!
2.- EL VALLE DE GWANGI (Jim O’Connolly, 1969)
¿Qué puede haber mejor que un duelo entre vaqueros? Pues un duelo entre vaqueros y dinosaurios.
En El Valle de Gwangi, un grupo de cowboys-feriantes regenta un espectáculo de variedades que tiene como principal atracción a un caballo enano que obtuvieron de unos cíngaros. A pesar de que prevén que el show del minicorcel será un éxito, su ambición artística y económica no tiene límites: quieren MÁS caballos enanos. Pero los cíngaros se niegan a revelarles la localización del Valle Prohibido, lugar dónde encontraron al diminuto animal. Es más, una gitana ciega con facultades proféticas les dice que deben devolver al caballito al valle o morirán todos.
Pero los cowboys, como buenos cowboys, hacen caso omiso de la agorera y, a pesar de su disuasorio nombre, se lanzan a la búsqueda del Valle Prohibido. Allí no hay rastro de caballos enanos, pero sí encuentran diversos dinosaurios, incluso alguno volador (que no se explica por qué nunca ha salido del valle). Sin detenerse a valorar que quizás estén ante uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la humanidad, los cowboys se lían a balazos con los dinosaurios e incluso a uno de ellos (al volador) le parten el cuello con sus propias manos. La paleontología no es lo suyo.
Si ya todo lo que os cuento es fascinante, debo añadir que los efectos especiales corren a cargo del gran Harryhausen y que fue rodada entre Almería y Cuenca.
3.- TODOS LOS CABALLOS BELLOS (Billy Bob Thorton, 2000)
Este año, el Almería Western Film Festival rinde homenaje al director John Hillcoat, responsable, entre otros interesantes títulos, de The Road (2009), adaptación del libro homónimo de Cormac McCarthy, una estremecedora película con la que el escritor debió quedar satisfecho.
Con lo que no es seguro que McCarthy haya quedado tan satisfecho es con el resultado del film Todos los caballos bellos, otro de sus libros llevados al cine, adaptación dirigida por un quizás alcoholizado Billy Bob Thorton.
En la primera frase, el protagonista, interpretado por Matt Damon, pregunta a su fiel amigo, interpretado por el niño (ya no tan niño) de E.T., lo siguiente: «¿Alguna vez has pensado en la muerte?», una cuestión que parece también lanzar al espectador, el que, sin duda, pensará más de una vez en morirse de tedio a lo largo del metraje. Porque nada funciona en esta cinta. Ni las aventuras, ni los tiroteos, ni los dilemas morales, ni el romance de Damon y Penélope Cruz, entre los que no hay química ninguna. Y precisamente porque nada funciona es por lo que nos gusta tanto la película: se puede dormir entera sin remordimiento alguno, con la conciencia tranquila y la babilla cayendo sobre el cojín del sofá.
4.- JOE KOLALOKA (Oldrich Lipsky, 1964)
Lemonade Joe es un cowboy abstemio que llega a un caótico pueblo de Arizona donde todo el mundo consume alcohol compulsivamente. Su misión: imponer el orden y la ley en la villa y conseguir que sus habitantes cambien el whisky por la limonada Kolaloka, marca de la que es representante. No le será fácil, ya que el malvado pistolero y mago Hogofogo tratará de impedírselo.
A su asombrosa premisa hay que añadirle que la película es checoslovaca, un western rodado desde el otro lado del telón de acero y cargado de la creatividad propia de los films checos de la época. Una sátira sobre el capitalismo estadounidense construida a base de clichés del oeste.
5.- HANNAH MONTANA: LA PELÍCULA (Peter Chelsom, 2009)
Hannah Montana es una estrella del pop. Sus hordas de fanáticos la admiran, la aman con locura, darían la vida por ella. La prensa está desesperada por descubrir su verdadera identidad y el resto de celebridades la envidian por su enorme éxito.
Su padre, al que no se le conoce otra ocupación más que explotar a su hija menor y proyectar en ella su deseo frustrado de ser un cantante popular, le preocupa de repente que a Miley (el verdadero nombre de Hannah) se le esté subiendo la fama a la cabeza. Para bajarle los humos, la obliga a pasar dos semanas en el rancho de su abuela en un pueblo de Tennessee de donde es originaria (sí, a mí también me sorprendió que no fuese de Montana, que sería lo más lógico).
En el pueblo nadie sabe que Miley es Hannah, porque cuando actúa se pone una peluca rubia, suficiente para que la gente que la vio crecer no la identifique nunca. Así puede estar tranquila y redescubrirse a sí misma, trabajando con los animales y ligando con un cowboy adolescente que se asemeja a Justin Bieber.
El conflicto llega cuando un constructor quiere comprar varias tierras del pueblo sureño, arrebatarle sus propiedades a los lugareños para construir un enorme centro comercial. Entonces, Miley, a lo Stop Desahucios, organizará un concierto de Hannah Montana en su villa a fin de recaudar fondos suficientes para pararle los pies al especulador. PURO CINE DE SOBREMESA.