ILUSIONES MORTALES
El subgénero «niñeras psicópatas» es uno de los más importantes dentro de las pelis de tarde. La, en apariencia, inocente joven contratada para cuidar a unos niños y que pone en jaque a una familia de clase media estadounidense es un tema tan recurrente en el cine de sobremesa que podría pensarse que en América del Norte tienen un serio problema con las canguros que ninguna administración, ni siquiera la de Obama, ha sido capaz de atajar. Y es que la demonización de las babysitters veinteañeras vende y en Netflix lo saben, por ello han estrenado recientemente Ilusiones Mortales (Deadly Ilusions), cuyo título, a diferencia de lo que ocurre con las pelis de niñeras asesinas de Antena 3, está bien traducido, porque como los de Netflix son extranjeros entienden mejor el inglés.
La protagonista de Ilusiones Mortales es la morena de Sexo en Nueva York, que encarna a una escritora de éxito, Mary, casada con un empresario interpretado por un actor que siempre hace de marido de alguien en todas las pelis en las que sale. Ella tiene que preparar su nueva novela, pero sus hijos le ocupan demasiado tiempo, por lo que decide contratar a una niñera a través de una agencia de lujo que le envía a varias candidatas. Ninguna de las entrevistadas la convence, salvo la última de ellas, una rubia angelical que la conquista por la pureza que desprende y por su afición a la lectura. «Para ser feliz, hay que ser bueno» es la profunda frase con la que Grace, que así se llama la canguro, impresiona a Mary. Ya podemos imaginarnos el nivel de su obra literaria si se queda impactada por esa frase de taza de Mr. Wonderful.
El espectador versado en el subgénero «niñeras psicópatas», curtido en mil siestas con babysitters que no son lo que parecen ser, entiende al instante que la excesiva inocencia de Grace anticipa una buena matanza. Así lo percibe también la mejor amiga de Kate, que le advierte, preocupada, que tenga cuidado porque, según ella, «ya sabes lo que dicen de las mojigatas…». Lo que quizás no supiese esa mejor amiga es que en este tipo de pelis, si eres negra y avisas a la protagonista de que el malo es malo, estás muerta.
En Ilusiones Mortales, a diferencia de lo que ocurre en las pelis de tarde de Antena 3, quien se enamora de la niñera es, principalmente, la madre de la familia que la contrató. Y digo «principalmente» porque el padre tampoco renuncia a su momento de desliz. De hecho, están los dos tan pendientes de Grace, todo el día magreándola, que llega un momento en el que uno se pregunta quién estará cuidando de sus hijos, porque la niñera desde luego que no.
Tras varios minutos de presunto erotismo, surgen los problemas. Grace comienza a hacer cosas locas y a manipular a Kate, que está tan obnubilada con la babysitter que ya no sabe qué es real y qué es un sueño. Su confusión, provocada por el inesperado romance con la joven y por la tensión que le genera la escritura de su libro, hace que llegue a dudar de su cordura. La cosa se agrava hasta tal punto que debo evitar seguir escribiendo para no caer en spoilers, pero os diré que hay una pelea con un cuchillo de cocina por el medio, así que podéis estar tranquilos porque este elemento clave del subgénero se respeta.
Al final, toda esta locura le sirve a Kate para inspirarse y crear un nuevo best seller, por lo que tampoco se puede quejar.
Puntuación: 2’5/5 bostezos